Sospechó, de golpe, lo que todos llegan a comprender, más tarde o más temprano: que era el único hombre vivo en un mundo habitado por fantasmas, que la comunicación era imposible y ni siquiera deseable, que tanto daba la lástima como el odio, que un tolerante hastío, una participación dividida entre el respeto y la sensualidad eran lo único que podía ser exigido y convenía dar.
El astillero, Juan Carlos Onetti
1 comentario:
¡Lo lograste! :)
¡Qué mejor reencuentro en 'luna' que una cita Onettiana!
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