"En definitiva, que somos modelos discretos, de una gama reducida y estamos muy repetidos, con lo cual esa sensación juvenil de ser único e irrepetible se te cura, descubres que es pura vanidad. La evidencia de la repetición te separa de ti mismo y del narcisismo veinteañero. Y desde el momento en que no eres único, que hay en tu mirada la serenidad del distanciamiento, se hace mucho menos difícil morirse. "
Félix de Azúa en El País.
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